Inolvidables momentos...... Nuestra escuela en el año 1963

4 de mayo de 2020

Graciela Cabal

                CUENTO …."MIEDO"

                                  
Había una vez un chico que tenía miedo.
Miedo a la oscuridad, porque en la oscuridad crecen los monstruos.
Miedo a los ruidos fuertes, porque los ruidos fuertes te hacen agujeros en las orejas.
Miedo a las personas altas, porque te aprietan para darte besos.
Miedo a las personas bajitas, porque te empujan para arrancarte los juguetes. Mucho miedo tenía ese chico.
Entonces, la mamá lo llevó al doctor. Y el doctor le recetó al chico un jarabe para no tener miedo (amargo era el jarabe).
Pero al papá le pareció que mejor que el jarabe era un buen reto:
—¡Basta de andar teniendo miedo, vos! —le dijo—. ¡Yo nunca tuve miedo cuando era chico!
Pero al tío le pareció que mejor que el jarabe y el reto era una linda burla:
—¡La nena tiene miedo, la nena tiene miedo!
El chico seguía teniendo miedo. Miedo a la oscuridad, a los ruidos fuertes, a las personas altas, a las personas bajitas. Y también a los jarabes amargos, a los retos y a las burlas.
Mucho miedo seguía teniendo ese chico.
Un día el chico fue a la plaza. Con miedo fue, para darle el gusto a la mamá.
Llena de personas bajitas estaba la plaza. Y de persona altas.
El chico se sentó en un banco, al lado de la mamá. Y fue ahí que vio a una persona bajita pero un poco alta que le estaba pegando a un perro con una rama. Blanco y negro era el perro. Con manchitas. Muy flaco y muy sucio estaba el perro.
Y al chico le agarró una cosa acá, en el medio del ombligo.
Y entonces se levantó del banco y se fue al lado del perro. Y se quedó parado, sin saber qué hacer. Muerto de miedo se quedó.
La persona alta pero un poco bajita lo miró al chico. Y después dijo algo y se fue. Y el chico volvió al banco. Y el perro lo siguió al chico. Y se sentó al lado.
—No es de nadie —dijo el chico— ¿Lo llevamos?
—No —dijo la mamá.
—Sí —dijo el chico—. Lo llevamos.
En la casa la mamá lo bañó al perro. Pero el perro tenía hambre. El chico le dio leche y un poco de polenta del mediodía. Pero el perro seguía teniendo hambre. Mucha hambre tenía ese perro.
Entonces el perro fue y se comió todos los monstruos que estaban en la oscuridad, y todos los ruidos fuertes que hacen agujeros en las orejas. Y como todavía tenía hambre también se comió el jarabe amargo del doctor, los retos del papá, las burlas del tío, los besos de las personas altas y los empujones de las personas bajitas. Con la panza bien rellena, el perro se fue a dormir. Debajo de la cama del chico se fue a dormir, por si quedaba algún monstruo.
Ahora el chico que tenía miedo no tiene más miedo. Tiene perro.
FIN

Miedo. Buenos Aires: Sudamericana, 1997.
(Ilust. Nora Hilb, Colección: Los caminadores)



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